La falta de respuestas homogéneas por parte de la Unión Europea y sus países miembros puede desembocar en una crisis más larga y duradera. Es hora de dejar ideologías a un lado y coordinar medidas para una respuesta económica y social sin precedentes en la historia de la humanidad.
FCO. JAVIER CARRETERO - 23/03/2020 - Albacete
Llegó la hora de la Unión Europea y de todos los países que la forman. Si alguien tenía (o sigue teniendo) dudas de por qué es necesario aglutinar a los países europeos en una gran organización, es hora de dar respuestas.
La Unión Europea comenzó la semana pasada a intervenir en los mercados de renta fija para inyectar liquidez, pero se echa en falta una gran respuesta fiscal y social para rebajar los efectos de una crisis que provocará una reducción del crecimiento económico, un aumento del desempleo y una caída del consumo e inversión.
Durante estos días vemos en las noticias de los portales digitales que los gobiernos están empezando a crear fondos destinados a medidas de corto y largo plazo. Pero se está olvidando algo esencial y fundamental: respuestas homogéneas y coordinadas en toda Europa. Solo mediante la unión de los países, una coordinación de medidas y remando todos hacia el mismo sitio, conseguiremos rebajar los efectos de una crisis sin precedentes en la economía mundial.
Los gobiernos ya están pidiendo a los órganos competentes europeos que pongan en marcha medidas para toda la comunidad europea. De momento, la UE sólo ha establecido una medida: los países tienen permiso para desviarse de los déficits y pueden saltarse los pactos de estabilidad. Es decir, pueden endeudarse para revertir la crisis y con ello ayudar a los colectivos más vulnerables.
Bruselas. Parlamento Europeo |
Si miramos un poco alrededor, vemos diferencias entre los países. En el caso de nuestro país, se han aprobado medidas de inyección de liquidez a corto plazo (aplazamiento y fraccionamiento de impuestos, no subir los impuestos, avales públicos, ERTEs) y también medidas estructurales: a corto plazo mantener nuestro tejido productivo, nuestras empresas, y generar confianza para que en los próximos meses se produzcan inversiones y aumente el consumo. Además, el paquete de medidas sociales es de los más agresivos que se recuerdan: aumentar el apoyo a los que más sufrirán esta crisis, garantiza suministros básicos de agua, luz y energía, prestaciones, y fomentar el teletrabajo para evitar riesgos laborales. Medidas propias de un Estado de Bienestar, pero los dirigentes políticos deben mantener estas políticas en el largo plazo, y durante mucho tiempo.
Otros países europeos están tomando otra serie de medidas, pero también encaminadas a ofrecer protección a las clases más vulnerables. Francia ha introducido aplazamiento de cotizaciones, garantías de préstamos, pagar 2 meses el sueldo de los trabajadores afectados, ayudar a PYMES (pequeñas y medianas empresas), e incluso dejan la puerta abierta a nacionalizar ciertas empresas públicas. Italia, un país que tardó en actuar contra la crisis sanitaria, y al que nos parecemos mucho por la lentitud en aplicar el Estado de alarma, ha introducido ayudas para desempleados, un plus salarial para sanitarios y miembros de fuerzas armadas, pagar un % de alquiler para aquellos comercios que más sufren y moratorias en las hipotecas.
Como vemos medidas todas ellas a rebajar los efectos de la crisis. Pero en un mundo globalizado, donde hay numerosas cadenas de suministro entre diferentes países, es necesario actuar como un bloque, como un equipo. Pongamos un ejemplo fácil, un equipo de fútbol puede tener grandes jugadores, pero si cada uno actúa de forma independiente, no se alcanzarán los objetivos. Lo mismo ocurre en el panorama económico internacional. Los estados miembros deben organizar políticas comunes mediante el asesoramiento de los órganos que forman la UE.
Fuente: Elaboración propia |
La UE ha puesto en marcha hoy lunes reuniones para determinar si se pone en marcha el fondo de rescate creado en 2010, conocido como MEDE. Este fondo, con un peso de 410.000 millones de euros está dirigido a la compra de deuda soberana, es decir, a inyectar liquidez en los gobiernos para que puedan establecer más medidas. Pero los intereses políticos vuelven a entrar en acción: los países que más aportan (acreedores) no tienen mucha confianza en este fondo, y están reacios a que el dinero se destine a países deudores (que aportan menos de lo que reciben).
Por último, recordar a los gobiernos que no cometan los mismos errores que en la crisis de 2008. En esta crisis todo se centró en rescatar a las entidades bancarias, las cuales actuaron de manera incompetente. Los grandes olvidados fueron las familias y pymes, que vieron como su poder adquisitivo se redujo hasta límites inimaginables. Es hora de protegerlos y de ayudarles con medidas sociales y económicas. Las grandes empresas también deben ser ayudadas, por supuesto, pero garantizar las necesidades básicas de los más necesitados es una tarea obligada.
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